Sobrevivir a un Intento
Hace días, circuló la noticia que la cifra de
suicidios en Nayarit rebasó en tres meses la de todo el año anterior.
El fenómeno social resulta por demás
alarmante, pues quienes deciden matarse son hombres y mujeres de todas edades,
condiciones económicas distintas, vida social completamente diferente, entre
ellos solo existe una sola coincidencia: No desean seguir viviendo.
Lo más triste, es que la mayoría de los
suicidas resultaron ser hombres y muchos de ellos, jovencitos. Las familias coinciden en que no tenían
motivos para quitarse la vida y tampoco mostraron problemas de conducta que
siquiera los alertara un poco sobre sus intenciones; simplemente un día, se
armaron de valor y dejaron el plano físico por su propia mano.
La muerte por suicidio lleva a muchas
pérdidas: el que “escapa por la puerta falsa” deja en sus seres queridos muchas
interrogantes, culpa, remordimiento y cuando se trata de un joven, un niño, el
dolor se intensifica, los padres se preguntarán una y otra vez ¿en qué
fallamos?, ¿por qué no dijo lo que sentía? Al final, cada uno de ellos se
repartirá el dolor que crea merece y superarán el drama para seguir adelante,
no igual, pero adelante.
¿Y el intento de suicidio?
Tras la muerte, la vida continúa para los
deudos, pero cuando se trata de un intento, las cosas son mucho más difíciles,
la persona que atentó contra su propia vida ni siquiera dimensiona lo que
pasará con su vida si es que falla en su propósito de matarse, entonces, todo
cambia para ella y sus seres queridos, la diferencia entre el que muere y vive
es muy grande, porque aquí el duelo no se da, la herida no sana del todo, a las
interrogantes de la familia se suma el miedo de que un día, cuando no puedan
cuidar a su ser querido, cuando se les pierda de vista, éste logre su intento y
entonces, muera.
Hace apenas unos días pude ver el drama tan
de cerca, que incluso describirlo es difícil.
Una pequeña de apenas 16 años
intentó matarse cortándose las venas mientras su padre y el resto de la familia
estaban fuera; por fortuna, volvieron antes de lo previsto y pudieron
encontrarla aún con vida, justo en la vivienda frente a mi casa, ningún vecino
se percató de que la niña tuviera problemas graves, nunca la vimos triste,
tampoco enojada, una adolescente aparentemente con una vida tranquila y “normal”
sin problemas graves, hasta esa noche en que alarmados fuimos testigos de la
angustia del padre, el llanto de la hermanita pequeña, el miedo en el rostro de
la esposa de papá y la policía investigando, indagando si existía maltrato,
problemas.
En el aire, flotaba la pena, el susto de los
vecinos, la pregunta de los que tenemos hijos jóvenes ¿Me estaré comunicando
con mi hijo? ¿Qué pasará en la mente de un suicida? ¿Por qué no dicen lo que
sienten? Es tan difícil no sentir miedo cuando se puede casi palpar, ninguno de
nosotros atinó a decir nada a la familia, es un drama tan personal y que, en
este caso, avergonzó al padre, a la familia, mientras los paramédicos subían a
la muchacha a la ambulancia ellos evitaban hablar, querían irse, desaparecer
para llorar a solas, cuánto dolor vive la familia cuando uno de sus miembros
quiere matarse, el suicidio no tiene explicación nunca, el intento tampoco.
Tratamiento para Enfermos Emocionales
Casi todas nuestras decisiones son a partir
de una emoción, del manejo de ellas depende que cuando decidimos algo sea bueno
o malo para nuestra vida, en los jóvenes, las decisiones todavía no son
propias, siendo menores de edad, viviendo en casa de sus padres, dependiendo económicamente
de ellos u otros adultos, están sujetos a lo que digan los mayores, eso puede
acarrear frustración, enojo, tristeza, depresión, pero no son los padres y/o
familia los únicos que pueden apoyarlos cuando sus emociones se desbordan y les
cambia la conducta, creo que también las instituciones de salud están obligadas
a prestar atención y ayuda para evitar que niños y adolescentes intenten
suicidarse o lo que es peor, logren su propósito.
No basta con ofrecer asesoría telefónica las
24 horas en caso de una crisis, tampoco es suficiente con anunciar que el
sistema de salud cuenta con médicos especialistas en problemas emocionales y
mentales a disposición de la ciudadanía, la verdad es que en Nayarit ni
siquiera hay suficientes psiquiatras, los psicólogos que atienden en
consultorios particulares son pocos y cobran caro, la información sobre los
“gratuitos” que cobran en instituciones oficiales es precaria, mientras eso no
cambie, vamos a seguir lamentando que seres humanos se quiten la vida y viendo
como la estadística muestra números ascendentes en caso de suicidio y entonces,
el fenómeno social será un verdadero problema de salud pública, yo me pregunto
¿Para qué esperar?, el suicidio es la opción de personas emocionalmente
enfermas que requieren ayuda urgente y atención médica de especialistas en salud mental, las
instituciones públicas están obligadas a atender también este grupo de
enfermos, ya no hay excusa, es urgente y debemos exigir que se construya un
hospital integral para ellos, porque para un suicida la palabra “después” no
existe, siempre es demasiado tarde, para alguien que sobrevive al intento,
siempre hay una oportunidad de sanar y reintegrarse a una vida normal,
esperemos que pronto el gobernante haga algún anuncio al respecto.
"Se dice que se han dado casos de
hombres sabios que se han matado; pero hablando en términos generales no es un
exceso de razón lo que lleva a la gente a quitarse la vida." Immanuel Kant
Mi correo electrónico:
marisabelguzman1@gmail.com
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