martes, 11 de septiembre de 2012

EN MI OPINIÓN…

Ya se veía venir.  Desde hace algunos años, que dejé de llevar a mis hijos al Trenecito, el mismo en el que varias veces yo disfruté el paseo una y otra vez, ya me imaginaba que, de continuar sin la debida atención, algo ocurriría.  Y miren que no pasó mucho tiempo para que eso ocurriera, desgraciadamente.
Este domingo por la tarde, el trenecito de La Loma sufrió un grave descarrilamiento, luego de una falla mecánica.  Una de las viejas locomotoras, esas mismas que varios ‘jalaron’ los vagoncitos donde presidentes municipales, diputados y gobernadores se pasearon presumiendo a este bello, pero bastante descuidado parque de Tepic, hoy dijo ‘ya basta’ y requiere de una cirugía mayor.  Su descarrilamiento nos indica que al igual que muchos lugares de la capital y de todo Nayarit, requieren atención emergente por parte de los gobernantes y la ciudadanía en general.
En mi opinión, son sólo cinco pesitos los que cada persona abona supuestamente para el ‘mantenimiento’ de este centro de diversión popular.  Quizás el recurso no alcance para todo, pero no hay que descuidar que cuando se le invierte se gana; eso lo saben quienes manejan finanzas y los que son empresarios.  Pero si los muy poquitos ingresos que te obtienen por estos paseos se destinan a otros rubros, aún cuando sean dentro del mismo parque de La Loma, entonces las cosas nunca van a salir bien.  Si el ingreso de esos cinco pesos por paseante no están bien definidos hacia dónde se deben destinar, entonces se corre el riesgo de que sean malversados y el mantenimiento que se le debe dar a las vías del tren, los montenes, los vagoncitos y la misma máquina de la locomotora, así como el combustible, entonces sucederá lo que aconteció: un accidente.
Afortunadamente el percance no pasó a mayores, y según los reportes policiacos sólo hubo necesidad de atender a una señora de una colonia popular en el Hospital General.  Pero el trenecito iba, como cada domingo por las tardes, ‘a todo vapor’ y, lleno de pasajeros, imaginémonos los segundos y minutos de terror que vivieron esos paseantes…
No hace mucho, varios compañeros comunicadores a través de sus letras y sus lentes fotográficas, denunciaron la falta de mantenimiento en ese Parque.  En este mismo medio de comunicación, se hizo lo propio de manera insistente: basura por todos lados, falta de pintura, los baños deteriorados, y ni qué decir del mismo Trenecito que hoy nos ocupa sobremanera… sus montenes y rieles ya requerían desde hace tiempo una “garra de tigre”, y no una ‘manita de gato’.  La situación se agravaba toda vez que lo que llevan esos vagones son personas que acuden a La Loma, ya sea por tradición de varias generaciones, o porque simple y sencillamente sus presupuestos económicos no les permiten acudir a otros lugares para distraer a sus familias.
El sexenio pasado, hubo la gran polémica de que si el DIF Estatal era quien tenía la “concesión” de los ingresos tanto del Trenecito como de los juegos mecánicos y los puestos de vendimias y comerciantes que están en su interior; luego, el Patronato en voz del extinto Mario Sánchez siempre se quejó de que no había recursos económicos suficientes para el mantenimiento del parque, mucho menos para el Trenecito… aunque nunca reveló qué destino tenían los cinco pesitos que se pagaban por cada boleto…
Según el chofer del tren, hombre de 37 años, vecino de la colonia Comerciantes, poco después de las 6 de la tarde, al arribar al anillo central del parque La Loma y a consecuencia de una falla mecánica de la transmisión, el Trenecito comenzó irse de reversa debido a que se encontraba a su total capacidad de pasajeros, provocando que la gente entrara en pánico, optando que varios pasajeros se bajaran del tren en movimiento.
Acogiéndonos al pretérito imperfecto del verbo haber… planteamos la duda: ¿qué hubiera pasado si el descarrilamiento se diera justo donde está la fuente, donde al parecer hasta cocodrilos hay?; ¿para dónde correría la gente, si no hay espacio para salvaguardarse?

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